UNA BUENA ESTRATEGIA
Un maestro pidió a sus alumnos que tomaran una hoja de papel y la estrujaran entre sus manos, la tiraran al suelo, la pisaran y le hicieran todo el daño posible, pero teniendo cuidado de no romperla. A continuación, les pidió que la estiraran lo mejor posible y la observaran con detenimiento para que pudieran apreciar cada arruga y suciedad en ella.
Luego les pidió que se disculparan con ella y comprobaran que aún después de tratar de estirarla, limpiarla y pedirle perdón, la hoja seguía teniendo señales de haber sido maltratada.
Les explicó que esas arrugas y esa mugre nunca desaparecerían por más que lo intentaran y que esto es lo que sucede cuando una persona maltrata a otra a través del bullying. Podemos disculparnos, pero las marcas quedarán ahí quizá por siempre.
Las expresiones en la cara de sus alumnos le confirmaron al maestro que habían recibido el mensaje.