EDUCACIÓN EN VALORES
Muchas veces hemos oído hablar de los valores, pero una cosa es saber nombrarlos y otra muy distinta es llevarlos dentro.
No basta con cumplir ciertas normas o leyes impuestas por la sociedad para convivir mejor. No es lo mismo respetar una ley de tránsito simplemente para evitar una multa, que ir más a fondo e incorporar los valores del respeto y la seguridad del prójimo en todas nuestras acciones y como forma de vida. Esto último podría traducirse en no poner a nadie en peligro o causar un accidente por nuestra irresponsabilidad, ser amables al manejar o ceder el paso.
Cada persona tiene fortalezas y debilidades que lo distinguen, así el valor de la generosidad, la amistad o la honestidad pueden vivir en cada individuo en diferente grado y forma. Estas diferencias pueden ser detonantes de un conflicto entre dos individuos, pues lo que es no negociable para uno, puede no parecerle tan importante al otro.
Para convivir con los demás en armonía y a la vez convertirnos en mejores seres humanos, debemos reconocer y aceptar con honestidad y humildad nuestras debilidades y trabajar para fortalecerlas.
Este trabajo es obviamente personal, sin embargo, el compartirlo con alguien de nuestra confianza puede ayudarnos a detectar ciertas debilidades que nos es difícil aceptar, o que simplemente no somos capaces de ver.
Esto es un proceso que requiere de valentía y empatía hacia uno mismo. No se debe confundir asumir nuestra responsabilidad, con culparnos de por vida por haber cometido errores en el pasado. Por otro lado, engañarnos a nosotros mismos negando la realidad, trae como consecuencia quedarnos estancados en el orgullo y no darnos el regalo de crecer.