¿Cómo puedo proteger a mis hijos del bullying?
El bullying es un tema sensible y doloroso que afecta a miles de niños y a sus familias. En muchos casos todavía se mantiene en secreto, lo que ayuda a que el abuso continúe y no pueda ser identificado y detenido.
La mayor parte de los estudios sobre bullying se han centrado en niños entre 8 y 12 años. Sin embargo, se han observado conductas de agresión e intimidación entre compañeros, en niños mucho más pequeños (3 y 4 años de edad).
En los primeros años de escolarización es habitual y parte normal del crecimiento que los niños discutan, peleen y en ocasiones hasta puedan llegar a agredirse físicamente. Sin embargo, situaciones en las cuales niños molestan o excluyen de forma persistente y deliberada a otros, es a lo que llamamos bullying.
El bullying también puede suscitarse en casa, de un hermano hacia otro o de un adulto a un niño. La base de estas actitudes son la diferencia de poder ya sea físico, de edad o de personalidad. Las conductas de bullying se repiten cuando funcionan y no se recibe por ellas ninguna consecuencia; por ejemplo, cuando un padre de familia o un maestro humilla a uno de sus hijos o alumnos frente a los demás, enseña que ese tipo de actitudes son correctas y permitidas. O bien, cuando un niño decide que cierto compañero merece ser molestado o no pertenecer a su equipo o grupo de amigos, y los demás compañeros o adultos lo permiten y/o apoyan.
Las consecuencias negativas del bullying no son solo para la víctima. El victimario aprende a manejar sus relaciones por medio del poder, lo que le causará dificultades en su vida adulta, problemas con la ley o se quedará sólo debido a sus actitudes.
Los testigos u observadores viven con temor a que el bully los pueda maltratar a ellos en un futuro, lo cual puede ser real; o con sentimientos de culpa debido a que no intervinieron para apoyar a su amigo o compañero. Otra de las consecuencias es el que pueden llegar a acostumbrarse a vivir en ambientes agresivos y a repetir este tipo de conductas.
Es importante que el adulto intervenga cuando es testigo de estas actitudes y se convierta en una guía para el desarrollo de habilidades sociales y emocionales positivas y más constructivas como la empatía, el respeto por el otro, el respeto hacia la diversidad y la importancia de la convivencia y trabajo colaborativo.
Si observas que tu hijo está presentando conductas acosadoras ¿cuál puede ser el motivo?
– Necesidad de llamar la atención.
– Una manera de expresar su frustración y enojo ya que él es víctima de bullying también.
– Divertirse.
– Disfrutar el poder y liderazgo negativo.
– Egoísmo.
– Resentimiento.
– Envidia.
– Imitación de modelos que no son amables o respetuosos con otros.
– En ocasiones, la actitud de un niño frente a algo que no comprende o percibe como diferente o poco común, puede ser de risa o de exclusión.
¿Cómo ayudar a tu hijo con conductas acosadoras?
Motivarlo a encontrar conductas alternativas. Ayudarlo a entender los motivos que tiene para presentar esta actitud y a buscar esos objetivos respetando las necesidades
y derechos de los demás. Ayudarle a asumir sus equivocaciones y a buscar soluciones
que las enmienden. Elogiar sus actitudes y conductas positivas.
¿Sospechas que tu hijo está siendo víctima de acoso?
Un niño acosado puede experimentar sensaciones diversas como miedo, frustración, aislamiento y humillación. Todo esto contribuye a la pérdida de confianza y autoestima y a la creación de patrones de victimización que pueden repercutir en su vida futura.
El reconocer signos que representen un “foco rojo” en tus hijos puede ser de gran ayuda para comunicarte con ellos y comenzar a actuar.
Si percibes:
– Heridas físicas como rasguños golpes o moretones que no puede explicar.
– Objetos, ropa o material escolar dañado que no puede explicar.
– Que te pide constantemente más dinero o más lunch, ya que el que lleva parece no alcanzarle.
– Miedo o ansiedad por ir al colegio o a su clase de deportes.
– Quejas físicas inesperadas (dolor de estómago, cabeza, etc.).
– Que moja la cama.
– Mal humor o cambios constantes de humor.
– Pesadillas o dificultad para dormir.
– Desinterés en cosas que antes le interesaban.
– Falta de apetito.
– Ansiedad (morderse las uñas, comer de más, etc.).
¿Cómo le puedes ayudar?
Expresa amor y paciencia para que tu hijo gane confianza y se abra contigo. Evita juzgarlo. Dedica el tiempo suficiente para que te platique y escucha con atención todo lo que tiene que decir. Cuando acepte que es víctima de bullying afírmale tu cariño y apoyo incondicional, evita juzgarlo, culparlo por ello o por no defenderse.
Cuida tu actitud y reacciones verbales y no verbales para que pueda expresar con honestidad sus sentimientos, dudas y miedos.
Busquen juntos soluciones prácticas y estrategias para abordar la situación: ¿con qué autoridades adultas deben hablar para hacer un reporte confidencial (entrenador, director del colegio, etc.)? ¿Quién va a hablar con ellos (tú, tu hijo, juntos)?
Busquen estrategias que le ayuden a sentirse a salvo y seguro. Como por ejemplo, estar siempre acompañado, evitar acercarse al bully, etc.
Pregunten al adulto responsable cuáles son sus planes para que tu hijo se sienta seguro, cómodo y protegido. Es importante reforzarle que todas las formas de bullying son negativas y de ninguna manera son culpa de la víctima. Busquen juntos caminos para que tu hijo pueda dejar atrás esa situación y enfocarse en recuperar su vida y disfrutar su niñez.
Como padres, podemos ayudar a nuestros hijos a tener mejor autoestima al:
– Animarlos y elogiarlos cuando realizan algo que merece ser elogiado.
– Alentarlos a tomar retos, permitir que se equivoquen y que aprendan de esa equivocación.
– Buscar actividades para compartir y divertirse juntos.
– Aprovechar cada oportunidad para adentrarse en su mundo e interesarse en sus pasiones.
Si tu hijo es testigo u observador…
Platica con él sobre la importancia de ser empático con los sentimientos del otro, así como de intervenir y no quedarse callado cuando presencia una situación de bullying. Busca junto con él estrategias para ayudar a la víctima sin arriesgar su propia seguridad. Si tiene la fuerza para enfrentar al bully puede pedirle de manera correcta y firme que deje en paz a la víctima y no la trate de esa manera. Si no la tiene, puede alejarse del lugar y reportar la situación a un adulto de confianza. Frente a una situación de bullying la víctima se siente sola y desprotegida, al acercarse tu hijo a ella después del evento y mostrarle su desacuerdo ante lo que vivió, la hace sentir con valor y dignidad. Al ofrecerle su apoyo, compañía y amistad puede cambiarle la vida por completo.