Bullying en adultos (Mobbing).
El bullying entre adultos casi no es mencionado, pero esto no quiere decir que no exista este tipo de acoso. Uno podría pensar que a medida que la gente madura y progresa en la vida, deja atrás estas actitudes inmaduras. Desafortunadamente este no es el caso, pues los adultos también pueden ser bullies al igual que los niños y adolescentes. Cuando el bullying se suscita en el ambiente laboral, deja de llamarse bullying y se conoce como mobbing.
Al igual que como en el bullying entre niños o adolescentes, el cometido de un bully adulto es ganar poder sobre otra persona o mostrarse dominante ante sus compañeros. Intimidan y maltratan a las víctimas para enséñales quién manda.
Existen varios tipos de adultos bully; el saber cómo operan, nos ayuda a combatirlos:
Bully Narcisista. Es sumamente egocéntrico y no es empático con la gente que lo rodea. Por si fuera poco, no le teme a las consecuencias de sus acciones. Aparentemente se siente muy bien consigo mismo, pero la realidad es que solo se siente bien cuando aumenta su autoestima, disminuyendo la de alguien más.
Bully Impulsivo. Es mucho más espontáneo y no planea su acoso. Aunque sepa que sus acciones traen consecuencias, rara vez puede contener su comportamiento. En ciertos casos este tipo de bully acosa sin una clara intención de hacerlo; lo hace cuando está estresado o enojado por situaciones que no tienen que ver con la víctima.
Bully Físico. Aunque rara vez el acoso en adultos resulta en una confrontación física, existen bullies que recurren a estas. En algunos casos el bully no lastima físicamente a la víctima, pero amenaza con hacerlo. Además, un bully de esta categoría puede dañar o robar cosas que pertenecen a la víctima.
Bully Verbal. Sus palabras pueden llegar a ser muy hirientes. Los bullies que usan esta táctica pueden crear chismes o rumores para desacreditar a la víctima o humillarla con mentiras o sarcasmo. Este tipo de acoso es difícil de documentar, sin embargo, los impactos emocionales y psicológicos en la victima son severos y pueden resultar en depresión.
Bully Secundario. No es necesariamente la persona que empieza el acoso, pero apoya al bully principal para no convertirse en su víctima. Es probable que esta persona se sienta mal por lo que está haciendo, pero prefiere protegerse a sí mismo que correr el riesgo de ser lastimado.